Son un misterio, nadie puede descifrarlos, mucho menos encajarlos en una sola palabra, pues "inigualable" es un término genérico a todo lo que evoca verlos. Siempre iluminan, cual mar esmeralda que entrelaza pequeños destellos de ese pardo sol, la vida misma gris y arrancada que un día recogió.
Quien por error tiene la osadia de desafiarlos, condenado está a ser su esclavo, y no hay tortura más profunda, que el solo pensar, un día faltasen. Son un arma que derrivan cualquier voluntad e hipnotizan al más ciego de los transeútes. Son medicina que componen cada pedazo de un alma desecha y la arrulan entre parpadeos y lúcidos sueños. Sentir que su indiferencia es dolorosa, no se compara a la intensidad misma de amarlos. Pues, arrancarme la existencia misma por verlos una última vez, es el precio que pagaría todos los días.
Nunca los has visto como yo los veo, ese par de luceros que me tendrán siempre y me llevarán, las vidas mismas, a buscar y encontrarte en otra tosca "coincidencia". Perdido estoy y así quiero quedarme, en la seguridad de eternamente amarte.
Gracias por todo tu amor y paciencia Emily. Gracias por dejarme estar a tu lado aún cuando quieres matarme. Te amo, no lo dudes nunca.