sábado, 23 de marzo de 2019

Así quiero quedarme...

 Nunca los has visto como yo los veo. A veces escondidos tras reflejos necesarios de propia naturaleza, a veces escondidos tras cortinas que transportan a ese lugar del que solo sé cuando soy invitado, sin tener memorias por la mañana.
Son un misterio, nadie puede descifrarlos, mucho menos encajarlos en una sola palabra, pues "inigualable" es un término genérico a todo lo que evoca verlos. Siempre iluminan, cual mar esmeralda que entrelaza pequeños destellos de ese pardo sol, la vida misma gris y arrancada que un día recogió.
Quien por error tiene la osadia de desafiarlos, condenado está a ser su esclavo, y no hay tortura más profunda, que el solo pensar, un día faltasen. Son un arma que derrivan cualquier voluntad e hipnotizan al más ciego de los transeútes. Son medicina que componen cada pedazo de un alma desecha y la arrulan entre parpadeos y lúcidos sueños. Sentir que su indiferencia es dolorosa, no se compara a la intensidad misma de amarlos. Pues, arrancarme la existencia misma por verlos una última vez, es el precio que pagaría todos los días.
Nunca los has visto como yo los veo, ese par de luceros que me tendrán siempre y me llevarán, las vidas mismas, a buscar y encontrarte en otra tosca "coincidencia". Perdido estoy y así quiero quedarme, en la seguridad de eternamente amarte.

Gracias por todo tu amor y paciencia Emily. Gracias por dejarme estar a tu lado aún cuando quieres matarme. Te amo, no lo dudes nunca. 

martes, 15 de diciembre de 2015

Mi pedacito de azul...

Resulta triste decir que el tiempo no pasa en vano. Pues aunque así sea, mi vida se detuvo el instante que atravesé el azabache de sus ojos, y quedó impregnado en mi alma el azul de la suya.
Resulta tristemente gracioso decir que ayer éramos aquellos jovencillos ingenuos que deambulaban por las calles de la ciudad tomados de las manos hasta aferrarnos a eso que tanto anhelábamos y creíamos no conocer, felicidad. No cualquier felicidad, no esa que está escrita en cuentos de hadas, ni aquella de la que tanto enorgullecía mamá, hablábamos de esa felicidad en la que quedarnos dormidos en el campo contemplando las millones de estrellas resultaba tan aterrador y tan reconfortante. Aquella que con un jarro de café, una banca en el parque y una historia era la forma más atrevida de consumar ese sentimiento que aún no se va. Aquella que en el instante en el que nuestros corazones palpitaban más rápido y nuestra respiración cedía no era cuando estábamos cerca sino cuando nos faltábamos. Esa felicidad de ver a la muerte a través de sus ojos sin sentir ni por un segundo miedo, al contrario, paz y tranquilidad si nos teníamos el uno al otro. Aquella que nos volvía unos aburridos alegres o tristes esperanzados. Esa en la que el silencio era forma más pura de decirnos todo. Aquella en la que las distancias, así como desgarraban partes de cada uno, cocían un pedazo de uno al otro. Aquella en la que nuestras lágrimas no eran de tristeza ni de felicidad, era solamente eso, lágrimas con una historia. Esa felicidad en la que nos regalábanos el mundo cada día en un abrazo. Aquella en la que dejarnos caer el uno al otro era nuestra calma. Aquella en la que probar el fuego y la muerte no era ni por un segundo un reto. Aquella por la que ni el tiempo ni el espacio eran importante. Esa felicidad que tanto buscamos y creímos no haber encontrado hoy no son más que memorias ya decrépitas y olvidadas, no por tí, no por mí, solamente olvidadas por el tiempo. A pesar de que hayamos "elegido" hacernos cargo de nuestra soledad y por ende de nuestros caminos, talvez hoy sé qué es el amor, talvez sea esa parte de nuestra vida donde florecimos y continuamos creciendo sin darnos cuenta que solo se florece una vez, esa pequeña sensación de haber visto todo pero jamás observado a través de sus ojos, ese momento tan fugaz que no cabe en una palabra pero sí en su sonrisa. Talvez hoy entiendo que aún continúo como ese joven ingénuo que no advertía lo que pasaba a su alrededor y hoy se dió cuenta que ni el sol lo enciende sin ese pedacito de azul.

martes, 17 de febrero de 2015

No te sorprenda si hoy llueve, Rigel...

Suena triste decir que el cielo perdió una estrella.
Y aunque existan millones no había ninguna tan azul y única como ella.
Al universo poco le importó dejarla atrás y se limitó a ignorarla aunque sabía que en su azul se escapaba la vida.

Su azul era mucho más que un complejo color.
Su azul era lo que Pancho, Pablo y Mercedes trataban de explicar, con una letra, una pintura, una canción.

Extraviada en el vacío no supo que hacer con su vida. No sabía que era lo que representaba, no sabía dónde encajaba. Habían días en los que lloraba y su azul se tornaba el azul inocencia, y sus lágrimas partían desde el corazón hasta el pulmón. Su llanto quebraba la cordura pues no era justo que tan bellísima estrella estuviese perdida.

Esta estrella, pronto de quien mucho hablaban y poco conocían, deambulaba por las calles de una ciudad pintando su azul en una muralla, en un papel o simplemente en el cielo. Era su consuelo ante el hecho de haber quedado como un cuento.

Poco a poco fue aprendiendo y sonriendo, y las noches oscuras se tornaron el azul que tanto amaba Mercedes; y los días que tanto entristecían a Pablo se pintaron con su sonrisa tan ingenua y preciosa, tal y como Pancho un día lo vivió en sus letras.

Así que no te sorprenda si hoy llueve, Rigel, pues es el universo que se siente triste al saber que 19 años atrás perdió en la Tierra a su más grande estrella, tú. Y aunque tu camino esté limitado a esta vida, aún no sabes que pintas de azul alegría los más oscuros grises, empezando por el gris de esta alma.

Feliz Cumpleaños Abi.

domingo, 4 de mayo de 2014

Como neblina...











 

Y aunque la noche es frìa, mi corazòn como neblina
libera mis emociones y deja escapar el primer
beso arrebatado entre nosotros.

Como esperando algo inesperado dejamos que
el momento nos consuma y que lentamente nuestros
corazones se enfrìen hasta la baja temperatura de hoy.

Y como la neblina nuestra pasiòn se toma la pequeña
banca frente a una gran ciudad que contempla el
gradual nacer de un amor.

Y aunque la noche es frìa, te tengo a tì, tù aroma,
tus caricias, tus besos, tus cabellos, tus pequeños
y brillantes labios, tus dos luceros que cada noche me 
secuestran y me liberan en un lugar desconocido
donde me abrazan y lentamente me reviven.

domingo, 27 de abril de 2014

Que sea el viento

Que sea el viento quien te cuente de mis dias y te susurre al oído todo aquello que mi alma por las noches ha callado en una lágrima.
             
Que sea el viento de noviembre quien acaricie tus mejillas de porcelana y te porte a nuestras tardes de extrañas y disfrutadas aventuras.

Que sea el viento por un instante el lienzo que siempre mereciste para el azul que una vez juramos no cansarnos de pintar.

Que sea el viento quien por última vez entre sus corrientes me porte el aroma de tu alma y el sabor de ese beso fugado.

Que sea el viento quien te cuente de mis días aunque este sea el último de mi vida amor mío.

Crónica de medio día...

¡Ayuda!, como piediendo misericordia
suplica un hombre en el caos de una
ciudad que por años ha sido testigo,
solamente testigo del silencio de muchos,
la voz de pocos y los gritos de indiferencia
plasmados en el confuso cotilleo de los
tantos que esta urbe alberga como su historia.

Paulatinamente el sol de medio día se desvanece
y la caótica sinfonía urbana se apaga, como una
pequeña vela se derrite en una magnífíca noche
de medievalidad contemporánea. Las noches,
los atardeceres, una banca, un beso, un abarzo
no se hacen presentes en el curso de está bella
y sorpendente "vida".

El calor de sus brazos, pensaría que fuese
el único consuelo antes del inesperado "final",
y sus lágrimas derramadas el oneroso billete
a un lugar donde nadie pueda molestarnos, donde
el tiempo sea solamente un reloj y no preocupación,
donde no existan personas, sino humanos,
un lugar donde cada mañana despertemos a vivir.

Como pidiendo misericordía a la vida, las personas
"viven" sin saber que primero hay que morir
para empezar a vivir. Con un tierno beso en la frente
y con un dolor pesando en mi alma, sonrío y murmullo
lo que será para él la más dulce mentira que lo
mantendrá "vivo" hasta verlo aquí o en otra vida...

domingo, 5 de enero de 2014

Esperar o Actuar...


Como hojas en otoño
mi alma se desprendía
de mi ya cansado y
maltrecho cuerpo.

Como hojas de otoño
mi esperanza quedó
en el olvido de una
pequeña avenida.

Y cuánto esperé por tí,
esperé una carta, una
llamada, una esperanza,
esperé por tí al invierno.

Esperé a que el frío
ivierno destruyera las
pequeñas hojas de
esperanza de este otoño.

Esperé y esperé
hasta el último invierno,
mas nunca supe que tú
eras quien me esperaba.